VICTOR “EL CATIRE DURAN”, UN CARACHERO UNIVERSAL Y VIRTUÓSO DEL BANDOLIN

Por. José Gregorio Torres

Cuando Víctor Durán era tan solo un joven nada predecía convertirse en uno de los primeros músicos de su entrañable Carache, menos aún de Suramérica, sus andanzas por el país, y fuera de él, acompañado de amigos, unos músicos, otros influyentes, solo veían en  él, al hombre con características europeas, de  figura esbelta y con ojos verdes claros que semejaba a un alemán de aquellos días llegados en barcos que huían de la guerra, de la Europa donde la cultura arropa todo y los laureles del arte surgen como burbujas en el agua que golpea los acantilados de las costas mediterráneas.

No, no era un europeo, tampoco gringo, era solo el joven carachero que un día salió a buscar suerte pero que con él se llevó su bandolín, y su musa, hombre de trato delicado, un tanto serio, pero en él llevaba un tesoro guardado que en pleno siglo XX, seria apreciado por su talento. Sus días de citadino, le dieron la oportunidad de compartir con otros músicos de talla nacional y hasta universal, pues algunos de ellos se convirtieron pronto en glorias de la música clásica, otros trascendieron a los más excelsos, connotados lugares de concierto y  para Víctor solo quedaron los amigos que deseaban complacer a los amigos y ellos, a los más influyentes miembros del régimen de entonces, esto le permitió acercarse a algunos amantes de la música más selecta de la que era dueño y señor con su inseparable bandolina, ocasión que aprovecha con gran humildad. 

Víctor Durán el Catire.

 Llego el día de inmortalizar su obra, el Vals Carache, ese que un día otro talentoso y colega, le hiciera la letra para que se completara el ciclo con su voz, fue  el Maestro Felipe Gonzales, larense de nacimiento pero hijo adoptivo de este suelo,  así Víctor Durán, en su primer larga duración deja la huella que jamás se borrara pues en ese documento, se inmortaliza su obras que más tarde se conocerá por medio de la tecnología, ejecutaba con la particularidad que solo él podía imprimir a su instrumento.

 Por ser fuerte de carácter, se mantuvo firme en sus convicciones, como el hombre célibe que nace para amar con pasión solo a su música, en este caso a su bandolín, en el, descargó toda su fuerza,  pasión y su musa,  esta cualidad se hizo dueño de cada momento de su vida; así fue como envuelto en esa nostalgia, vivió como el Genio y a pesar de estar rodeado de multitudes, solo vivió para su música,  en este ambiente excepcional trajo al mundo sus magníficas  creaciones, Yolanda, una tarde en las Adjuntas, El morree, el negrito che, entre otras,  con ellas las que aún no se conocen, pues no es tiempo aun de la revelación, joyas de su repertorio y de su creación. Tiempo que seguramente llegara.  El maestro Víctor, falleció en Carache, el 7 de noviembre de 1996.   

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