Por. José Gregorio Torres
Para hablar de José Francisco Ortiz Morillo, es menester como se dice en el pueblo quitarse el sobrero, hacer necesariamente un punto y aparte para meditar, reflexionar con él, la importancia que tiene la expresión de amor inmortalizada en su poesía y como caracheros, el deber que se tiene de reconocer en este ilustrado pensador literato, el valor que su obra adquiere para este terruño, pues de ser un niño inquieto y observador, paso a ser un precoz adolescente receptor de vivencia lejanas, para convertirse luego en intelectual, destacado Profesor Universitario de la Magister Universidad del Zulia, Templo de Conocimientos, donde cursó sus estudios para luego convertirse, en uno de sus más connotados formadores de profesionales y los que hoy reconocen en él, su preocupación, no solo por el conocimiento en si de una determinada carrera, sino más allá en lo personal, en lo más importante de las relaciones trascendentales del hombre, sus relaciones Humanas.
No podía ser diferente su conducta cívica, su formación familiar, sus relaciones interpersonales y la memoria captadora de todo los detalles le generaron en el devenir desde su niñez, adolescencia, concebir ya maduradas, sus obras literarias, en las que muestra la profundidad de su pensamiento y con él su aporte invaluable a la cultura, instrucción que lo mantuvo a través de su hilo umbilical irrompible en el hombre humanista, su memoria siempre estuvo anclada en su infancia, en ocasiones de manera permanente y otras retroalimentadas en sus constantes visitas al pueblo de sus murales de abril, o al musgo de sus aldeas, obras literarias que permiten recrearse en sus tiempos de infancia, esos retratos de la memoria para profundizar y alimentar cada vez más el amor con el que los caracheros debe extraña sus valle. Allí es donde Francisco Ortiz adquiere su valor supremo.
Fue este poeta un ser humano de características universales, su pensamiento y sus convicciones, se trasponla a tal punto que no permiten transformarlo de un ser terrenal, al ser que buscó en el más allá, su lugar de origen, la naturaleza de su existencia para al final cerrar su ciclo de vida, vertiendo sus cenizas en el caudal de su río Minumboc, de donde seguramente salió un día con el compromiso de volver a él y rendir con ellas el resultado de una vida, una entrega que no culmina, sino que le permite pasar a la inmortalidad. Y se convierte en otro poeta carachense que traspasa las fronteras junto al arte que es universal. El poeta José Francisco Ortiz, es hoy referencia que nos enorgullece con su Premio Regional de Literatura. Fallece el poeta Ortiz, en el Estado Zulia.