Por. Hernán Meléndez
Desde hace algún tiempo el pueblo de Carache, se ha convertido en un lugar rutinario en cuanto a recreación, esparcimiento y diversión. A donde va un joven adolescente un viernes, sábado o domingo a vivir emociones, de su edad, la arquitectura social de Carache, esta diseñada para una diversión sustentada en fiestas, donde el alcohol, es el mejor combustible de las emociones. Pero la pregunta es ¿dónde puede pasar un día la familia?, como por ejemplo llevar a sus niños pequeños, a un parque, piscina, club etcétera. Aún más grave es el tema de los jóvenes, no existen sitios propios de su edad, más allá de los recintos deportivos donde solo se le da cabida al genero masculino y si hablamos del genero femenino, que les queda, refugiarse en la tecnología como redes que les desarrollan su personalidad en un mundo irreal.
Urge que nuestros jóvenes vivan su juventud, sustentada en el compartir de experiencias y emociones reales, parece una contradicción, pero una de las actividades preferidas es el estudio, pero no por la actividad pedagógica, si no el compartir que deja la escuela liceo o universidad.
Para finalizar nos preguntamos ¿Dónde quedaron aquellos planes vacacionales, que eran un respiro de recreación para nuestros jóvenes?