JOSÉ LEÓN ROMÁN SEGOVIA, EL ETERNO Y FIEL VASALLO DE SAN BENITO

Por. José Gregorio Torres

Qué Carachero de hace cuarenta años, siendo muchacho no recuerda a José León Román, recorriendo las calles de Carache, con una carretilla repleta de aguacates, de naranjas y verduras, pero lo más característico de su personalidad eran sus permanentes respuestas hechas en coplas, versos y si estaba inspirado se convertían en letanías que a todos agradaba escuchar, las que sacaban de cualquiera la más difícil sonrisa, así era José León, veloz en la respuesta, pero también veloz en su andar, con un compás anímico que le agregaba elementos fundamentales a su personalidad, edad avanzada, ameno en el trato, como todo buen comerciante convincente en sus ofertas, sin que el trabajo del día a día le restara frescura a su pregón, hombre de pueblo, de alpargatas o zapatos, pero hombre de pueblo al fin.

José León Román Segovia.

Llegó muy joven de un campo a este pueblo que adoptó por suyo y donde supo calar con su particular estilo, Las Mesitas, El Bucarito, La Placita, lo recuerdan siempre y extrañan de él, sus charadas, versos, que luego se escucharon en menos tenor de boca de Pantaleón Fernández, quien aun cuando su léxico no tenía control del vocabulario, de alguna manera, coincide con algunas características de José León. Pero a pesar de esta cualidad tan particular de la cual hizo gala este personaje, es menester referirse a la faceta de su vida, que, en muchos causó gran impresión,  las que aún se conservan en la memoria de muchos pobladores, como si las imágenes de esos tiempos se revivieran cada día y en cada momento pues, el sonido de los tambores que anuncian el compás de un velorio y el pago de una promesa a nuestro venerado Santo Negro San Benito, es culto traído como herencia y promesa a Carache, desde La Laguneta por Juana Francisca Materano Montilla de Trompetero, en 1935, haciéndose una tradición, sus velorios.

En estos ritos siempre estará presente la imagen de nuestro querido y recordado José León, quien magistralmente le dedicaba al Santo negro, toda su capacidad de movimiento.  Al empezar el velorio, con pausado pero rítmicos compases, inclinando su cabeza y doblando sutilmente su cuerpo hacia al santo su reverencia, iba acariciando con estilo particular su sayal, con el cual a medida que expresa su devoción expresa la religiosidad heredada de sus antepasados, es el sayal una especie de delantal confeccionado con varillas de paja seca cocidos a un borde de tela que se colocaba en su cintura dejando caer la paja que le produce durante el movimiento un sonido particular,  el cual levantaba al ritmo de los tambores y la danza, comienza a la vez con su propio estilo frente a la imagen venerada de su Santo Negro, el sonido peculiar de las palmas secas que representan los trajes de nuestra indiada que aprendió a combinar sus costumbres con las importadas de Europa, para que el sincretismo se hiciera realidad hasta el presente, al ver a José León bailando la media botella y escuchar sus alabanzas loas y Gozos al Santo, con sus veloces movimientos de pies girando alrededor de la botella sin que esta se cayera, era un misterio, que representaba y representa hoy José León Román, el que será por siempre el vasallo representante auténtico de nuestro gentilicio Carachense. Para su memoria y sus familiares nuestros gratos y póstumos recuerdos. A continuación, unos versos a San Benito:

Óigame San Benito

Que le voy a hablar

Esta es una promesa

Que vengo a pagar

La media botella la voy a bailar

Con mucho cuidado no se vaya a quebrar.

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