JOSÉ AMADOR ANDRADE. PERSONAJE ÍCONO DE LA CONCEPCIÓN DE CARACHE

Por. José Gregorio Torres

Por primera vez vi a este extraordinario personaje, en un evento que se realizó en el Hotel Vegas del Rio, en la bella población de Boconó, al que más adelante comparé con otro maestro como lo fue Juan Félix Sánchez, seria por los años mil novecientos ochenta y ocho cuando coincidimos en un encuentro de los artistas y cultores con uno de los candidatos a la presidencia para la época. En esa oportunidad por primera vez,  pude apreciar su talento, aun a  su avanzada edad, poseía una gran habilidad para ejecutar el violín, desde allí, en varias oportunidades conversé con este personaje tan carismático y característico,  rostro, su manera de  contar sus anécdotas, acompañadas de una paz, refleja la  satisfacción por lo que Dios le ha dado como dones,  entre los cuales se cuentan también ser un rezandero y cantador de velorios,  pero su modo de subsistencia en la actualidad es la carpintería, a pesar que  actualmente no puede trabajar debido a la pérdida de un brazo lo que le limitó para continuar deleitándonos con su música, al igual que para ejercer su principal trabajo de maestro carpintero,  para conocer un poco más al maestro Amador, debemos conocer  su procedencia.

Don José Amador Andrade personaje muy querido de la Concepción de Carache fallecido.

Oriundo del caserío El Potrero de La Concepción de Carache, hijo de Tomás María Andrade y Juana Bautista Gil, se inicia en su niñez como agricultor y pastoreador. Sus primeras nociones escolares las recibe de la maestra Narcisana Román, quien le enseñó las primeras letras, fabrica su primer violín a la edad de ocho años iniciando con esto su incursión en la música, a partir de los 15 años aproximadamente, comienza a participar en la canturía de velorios, facilitándosele  la memoria para los versos décimas  tonos y relaciones, entre sus compañeros de velorios y canturías recuerda a Sinecio Mendoza, violinista y cantor de velorios, los hermanos García de Betichope,  los Valenzuela de Miquía, entre otros,  durante su juventud visitaba muy seguido la población de Carache donde aprendió otros oficios de armería,  carpintería, fragua y otros con los Señores Andrés Infante, los hermanos Lorenzo y Ramón Ponce Briceño,  visitó muchos pueblos del estado Trujillo y parte del estado Lara, llevando su característica y peculiar manera de cantar el velorio,  así se fue dando a conocer  en el medio cultural, logrando obtener el respeto y las consideraciones de los demás músicos velorieros  de la región,  llegando a viajar hasta Colombia en una oportunidad.

 Más adelante contrae matrimonio con la señora María José Valera con la cual procrea siete hijos; Marcelino Gilberto Francisca, María Casilda y Edilio y Vicente. EL 25 Y 26 de mayo de 2012, un grupo de amigos decidieron realizarle un cálido y muy merecido homenaje al maestro cuando arribó a sus 90 años de vida fructífera y de siembra cultural. El maestro amador es uno de esos personajes que hacen que nuestros pueblos se eternicen en el tiempo, porque ellos con su obra sencilla pero muy valiosa contribuyen con el enriquecimiento del acervo histórico y cultural del municipio, además el tenerlo vivo para que los jóvenes se reflejen en él como un ejemplo de vida y constancia en ese duro caminar por la vida, es una oportunidad irrepetible, pues ya son pocos los que de su generación pueden aún dar testimonio. 

Instrumento predilecto de ejecución para el maestro Amador.

La longevidad de estos personajes casi centenarios alimentan el alma, el espíritu y confortan en medio de tanta vanidad, ignominia y desinterés por el rescate de nuestros valores culturales, el Maestro Amador Andrade, es un prueba  viviente de lo que fuimos somos y seremos en el tiempo, pues no podremos olvidar su sonrisa escondida en su rostro y con ella esa mirada que compromete a seguir esculcando en el tiempo para continuar escribiendo y resaltando tantos valores que aun forman parte de nuestros pueblos andinos.  El maestro amador, es un incansable afanador de las luchas nuestras por la cultura, su aporte al acervo cultural pasa por haberse preocupado por aprender no solo un oficio o varios oficios  más allá su palabra su pensamiento y su manera de conducirse con aquel respeto que infunde la retribución necesaria y obligante de nuestra generación pues ha sido un ejemplo de vida y su imagen incólume ante las diversidades, inspiración para quienes fácilmente nos entregamos  a la derrota y al tiempo que es enemigo de la memoria cuando lo dejamos invadir nuestras fuerzas y voluntad. El maestro Amador forma parte ya de este compendio de Reseñas que en mi criterio debían escribirse, para que junto a sus gentes de Betichope y Hato Viejo, dejen de ser los personajes anónimos de nuestro tiempo. Esta breve reseña del maestro Amador, se realizó aun en vida del personaje.

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