Por. José Gregorio Torres
Por allá por los años 1963, cuando apenas la democracia cumplía sus primeros cinco años, salía de Carache por primera vez, un hombre nacido en un caserío que comenzaba a conocer su importancia como parte de la historia patria, suelo donde se lleva a cabo la célebre batalla que toma su nombre para colocarse en el sitial más alto que pueblo alguno puede aspirar “AGUA DE OBISPOS” fue la cuna de este hombre humilde a quien la providencia tenía reservado un lugar privilegiado, lugar desde donde supo demostrar su amor infinito por su pueblo, el respeto, solidaridad con sus paisanos, a tal punto de empeñar su palabra en incontables oportunidades, para confiar las tareas, que con el tiempo le agradecieron. Su nombre LUIS ALBERTO RODRÍGUEZ DURÁN, nacido de una humilde familia campesina, formó parte de una prole de siete hermanos, Abelito, Verónica, Mario, Ramona, Leoncio y Alirio, hoy todos fallecidos.
Eran tiempos de inmigración y preferencialmente, los caracheros optaban por marcharse a Caracas o al Estado Zulia, dos Urbes de progreso que garantizaban mejoras sociales y cambios de vida. Apenas con su mayoría de edad, se trasladó a Caracas buscando mejoras para su condición social y económica, con escasos estudios básicos, emprendió su camino cuando aún las curvas de San Pablo eran temerarias y anecdóticas, así llegó a la capital, donde logró estabilizarse y comenzar una nueva vida logrando su ingreso en la famosa empresa TELARES LOS ANDES, procrea en dos matrimonios, ocho hijos, ya con otras responsabilidades, con el tiempo su lugar de trabajo se convierte en su principal centro de operaciones, donde se gana la confianza de los Judíos, quienes eran los dueños de aquella próspera industria textil, pasando por todos los departamentos y adquiriendo destrezas en todas sus áreas de producción, logrando la confianza de aquellos exigentes empresarios. Así fue como Luis Alberto llegó a recibir incontables reconocimientos por su responsabilidad y cabalidad en la empresa pero también, el respeto de los dueños y de aquellos compañeros trabajadores de la fábrica, a quienes llegó a representar por muchos años con justicia, como dirigente sindical.
Se pudiera decir que este noble Carachero, se convierte en el embajador de su pueblo, así como en el noble benefactor de quienes como él, llegaron durante muchos años hasta su casa y trabajo para solicitar su ayuda. Ya con estas credenciales, Luis Alberto, se ganó la confianza, el cariño y el afecto de todos, es allí donde se pone de manifiesto su capacidad de buen amigo, paisano y compañero, lo que durante muchos años, lo convirtió en el auxilio de incontables paisanos, quienes bajo su dirección y recomendación pasaban a formar parte de la nómina de la empresa, pues fueron muchos los trujillanos pero en especial Caracheros, los que en esos días se hicieron de un buen trabajo, bajo la tutela y la guía de aquel ser humano a quien hasta el día de hoy, es considerado el benefactor anónimo de su pueblo. El pasado jueves 31 de agosto, Carache recibió la infausta noticia del fallecimiento de este noble y ejemplar carachero, a quien no podía injustamente la providencia despedir en silencio. Sea este pequeño breviario, un modesto Homenaje Póstumo a su memoria. Descansa en Paz Luis Alberto Rodríguez Durán. Embajador y benefactor de los caracheros.
Lo conocí muy buena persona siempre alegre y chistoso . Luis descansa en Paz tu amigo
Oswaldo Rodriguez