Por. José Gregorio Torres
Con la añoranza y los recuerdos de la última vez que fueron asfaltadas las calles de Carache, por el Alcalde Miguel Rincón, así pasan los días esperando vecinos, conductores a que las avenidas y calles de Carache, puedan oler de nuevo una gota de asfalto y que de una vez por todas desaparezcan esas desagradables escenas donde los charcos y cráteres ya forman parte de la molestia no solo para los bolsillos de quienes tienen que sortear toda clase de obstáculos para evitar algún daño en sus vehículos. Más de veinte años desgastándose y quince años de desidia gubernamental son suficientes.
Al menos estos enormes huecos evitan el abuso de los que son adictos a la velocidad y a los caballitos en moto que se han convertido en riesgos permanentes de los que si cumplen con las normas ciudadanas, a todas estas sería muy importante que se emprenda al menos una jornada de bacheo mientras se encausan los proyectos definitivos tanto de cloacas como del asfaltado total. Estamos seguros que esta preocupación es también compartida con las nuevas autoridades municipales, y que, pese a las negligencias, apatía del gobierno regional el que al parecer no han entendido que en Carache existe un nuevo gobierno municipal el cual obedece a lo establecido en la Constitución, las leyes de la República, por tanto, se debe a las necesidades del pueblo y no a una determinada corriente política.
Se entiende extraoficialmente, que hay muy buena disposición desde otros Estados vecinos para facilitar con mayor solidaridad el material de asfalto con el cual se podrá realizar un bacheo parcial, pero que al menos aliviará eventualmente la problemática que hoy aqueja principalmente a los conductores y a los transeúntes quienes soportan la cantidad de tierra que a su paso generan estos enormes cráteres los que ya ocupan un gran porcentaje de las calles y de una u otra manera están afectando también las viviendas adyacentes a las mismas así como la salud de los vecinos, quienes tiene que salir con mangueras, para aliviar el polvorín que se producen al paso de los vehículos, por otra parte en épocas de lluvia donde los charcos son molestia para las viviendas que sufren los embates constantes del barro en sus paredes.
Tantos años de desidia de los Gobiernos Rojos que no hicieron nada por ese pueblo. Ahí está el resultado. Ahora paciencia que el nuevo Alcalde no tiene una varita magica. Exigirle con conciencia.