EL CLAN SONERO FUE ES Y SERÁ UN EJEMPLO DE AMOR Y LUCHA POR LA MÚSICA DE CARACHE

Por. José Gregorio Torres

Cuando en los años setenta, nuestros músicos, jóvenes algunos, y otros más experimentados, quienes pensaban que el modernismo había llegado un poco tarde, con los machotes, las botas anchas, la tomuza y todas aquellas modalidades que representaban la era hippy o jipi, también llegó el estridente sonido de las minitecas y todo un mundo que inevitablemente, se integraría con nuestras tradiciones, donde la acema romanera aún estaba en boga, y los guarapos antecedieron a las colas gaseosas de las más reconocidas marcas. Era el año 1978, cuando apareció también el entusiasmo en los jóvenes de la época, quienes, se consideraron y lo fueron, pioneros en esa nueva manera de expresar y desarrollar nuestra música regional. Con escasos instrumentos, pero con un entusiasmo tremendo y un gran amor por la música, una entrega total hasta lograr el objetivo conformar la agrupación “EL CLAN SONERO”, y con ello, dos temas que hoy son emblema de nuestra música contemporánea, titulados “Mi Cabaña” y “Negro soy”.


Fueron estos los protagonistas de la osada azaña, impensable de lograr para muchos pero no para, Atilio Saavedra, Juan José Hernández Izarra, Gilberto Cañizales, José Tomás López, Ramón González, Elio Pichardo, Luis Sánchez, Francisco Román y Gabriel Terán, entre muchos otros entusiastas músicos caracheros, todos de reconocida trayectoria, quienes quisieron demostrar lo que eran capaces de hacer cuando se tiene voluntad y aprovechando la tecnología, instrumento que en esos momentos no estaba al alcance sin esfuerzo, pero que, la disciplina y voluntad lograron trasladarse hasta un estudio de grabación en la ciudad de Barquisimeto, para lograr lo que al final, se convirtió en un éxito local y medianamente regional, pues cuando en nuestras rockolas se dejaban escuchar las pegajosas y alegres melodías de este grupo de músicos, nadie se imaginaba que eran los caracheros, a quienes la providencia les encargó la misión de convertirse en referencia de un tiempo y un estilo inolvidable, pues les toco la responsabilidad de dejar para la posteridad un patrimonio invaluable e imperecedero en nuestro acervo cultural.


Hoy cuando contamos con tanta tecnología, donde estos esfuerzos pasados se hacen mucho menos difíciles, porque hasta en una habitación sin mayores recursos con un teléfono celular y si se quiere, con un poco más de inversión, solo se necesitaría la misma férrea voluntad y entusiasmo de aquellos jóvenes músicos, lo que definan la posibilidad de que hoy en este tiempo de tecnologías avanzadas, se impongan las buenas voluntades y lograr como ellos, hacer un registro de todos y cada uno de nuestros músicos, intérpretes, compositores, que de manera formal, estadística y organizada, podamos garantizar como lo hicieron nuestros antecesores músicos, un registro o memoria digital como una muestra que hemos evolucionado en el tiempo y que los músicos y cultores de Carache, seguimos siendo vanguardia de todo eso que llega, para ofrecernos la oportunidad de inmortalizar en el tiempo, nuestra cultura, nuestra identidad y nuestro aporte a la historia de Carache, de Trujillo y Venezuela, porque esos son los buenos ejemplos que debemos copiar, sin ambiciones personales desmedidas, sin antagonismos, sin competencias mal sanas, y sobre todo, con la transparencia de nuestras acciones, elementos que no deben formar parte de nuestra manera de ser, a la hora de sentirnos genuinamente representantes de la idiosincrasia de los caracheros.

Acetato de 45 revoluciones. Clan Sonero, grabado en 1978
Publicidad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *