BETICHOPE RESISTE LA ARREMETIDA CONSTANTE DEL TIEMPO

Por. José Gregorio Torres

Betichope, es una comunidad que bien se puede decir, es la heredera directa de las costumbres y tradiciones de nuestros aborígenes Cuicas, sin temor a equivocarme, son estas familias que hoy aún mantienen la tradición de la elaboración de la cerámica, el patrimonio más fidedigno y cercano que nuestras actuales generaciones han podido apreciar, esta manifestación artesanal autóctona que durante más de cuarenta años fue para los estudiosos venezolanos y de otras universidades prestigiosas del mundo, comparable a cualquier estudio avanzado de otras importantes culturas, donde el valor intrínseco está en cada una de las piezas que estas mujeres de Betichope junto a sus compañeros, aprendieron a valorar con su creación, tinajas, ollas, platos, tazas, cafeteras, pocillos, jarros, poncheras, hueveras o piezas ornamentales.


En este mundo hermoso donde el trabajo se confunde con un juego y viceversa, porque mientras se excava en el saque o mina, la arcilla para las obras de arte, se canta o se conversa con el acompañante, mientras otro, está apaleando el terrón para cernirlo en el cedazo, que luego permitirá convertir la tierra árida y arcillosa en la mezcla o en la masa que permita crear las obras de arte, son manos diestras de mujeres, que con el tiempo se encargaron de pasar su conocimiento de generación en generación, familias enteras dedicadas a la fabricación de la loza, y por eso, se llaman loceras de Betichope, y se llaman porque, aun contra las arremetidas del tiempo y del poco reconocimiento aún están allí, un poco más abajo del lugar de origen, a la entrada de La Concepción de Carache, en una urbanización que el Gobierno de turno de la época, les dio como recompensa por su dedicación y por su constancia en la conservación de ese importante patrimonio.


Rosario Montilla, es una de esas mujeres abnegadas, que reconoce no solo en esta labor ancestral su modo de subsistencia, que en otros tiempos le ayudó a sobrevivir y a sacar adelante a su familia, a punta de barro, de pira y de esfuerzo físico, pues desde picar la mina o saque, trasladarlo hasta su casa, y luego todo el proceso para volver arte aquella mezcla bendita de tierra, agua y fuego, hasta convertirla en la terracota que prevalecerá al igual que, ella en el tiempo, pues hay en cada una de sus piezas un valor que no compensa ni compensará nada en ese arduo camino que ella y sus hijos han experimentado y recorrido, ellos, hijo e hija también son herederos de su arte, su cultura, su amor por lo que significa BETICHOPE, pues ellos al igual que los Valera y otras cuantas familias más, son el ejemplo de resistencia que enfrenta la arremetida del tiempo, son más de cuatrocientos años, dedicados a la labor artesanal por eso cuando mencionamos a Rosario Montilla, hacemos reconocimiento a todos y cada uno de los que han pasado por esta comunidad en la que, se aprende a valorar lo que se tiene, lo que la naturaleza aporta como elemento que permite la subsistencia, ese es Betichope, resistencia contra la arremetida constante del tiempo.

Rosario Montilla reconocida ceramista de Betichope. Gráficas cortesía de: Xiomara Cabrera.
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