Por. Marcos Álvarez
Siendo la profesión de barbero una de las más antiguas practicas considerada de la higiene personal, la barbería con el tiempo fue adquiriendo un gran valor en la sociedad, a tal punto que esta profesión era considerada una de las imprescindibles para el desarrollo humano, pues se integró y se consideró como fundamental no solo como estilo y presencia sino como algo que para la salud es fundamental. Y si alguien estaba claro con respecto a esto era el más apreciado y recordado Moisés Viloria, junto a Felipe Moreno y Justiniano Gonzales, fueron los últimos que en Carache se puede decir, mantuvieron esta profesión al servicio de la comunidad. Por lo general, se hicieron de gran fama, no precisamente por haber afeitado a Bolívar.
Moisés Viloria, al decir de los contemporáneos, se destacó no solo por contar con una de las barberías mejor equipadas, más bien por sus cortes tradicionales y preferiblemente a los adultos mayores a quienes atendía con preferencia por ser estos portadores de historias que fueron como dice Ramón Paolini en su comentario, fue sin pretenderlo el cronista de Carache, pues fue en su barbería en la Avenida San Juan compañero de tertulias de muchos paisanos que no por su humildad, pero más por su fiel compañía, se hicieron cómplices de las historias que a diario se contaban como novedades pues a pesar que muchas de ellas se repetían, siempre había algo diferente en cada una de ellas algo más o algo menos, quien cuente hoy con sesenta, cincuenta y hasta treinta años visitó su barbería, se hizo el corte de pelo que su mamá o su papá exigía. Pues eran días de respeto y de consideraciones.
Igual se puede decir que Moisés con el mismo amor y respeto que atendió a sus iguales, también lo hizo con los más jóvenes a quien siempre buscaba dar lecciones de todo tipo, pues en esa barbería se tenía una verdadera escuela, mientras nos afeitaban escuchábamos desde una historia del pueblo, pasando por una biografía de cualquier personaje, hasta la crítica más dura, pues se tumbaban gobiernos y se fortalecían campañas porque eso sí que se disfrutaban esos quince o veinte minutos que se pasaban en esa silla giratoria, pero Moisés fue más allá, pues de barbero también radio técnico, desde joven se interesó en aprender y de eso vivía su humilde pero honorable familia, también fue serenatero, un gran músico, selecto músico, parrandero porque en Carache así se tengan todos los títulos universitarios, se es parrandero y serenatero, allí Moisés junto a Fosforito Manuel Santalis, Juan Hernández y Juan José Colmenares entre otros, dejaron honda huella. Y si para jugar dominó se necesitaba un tercio, solo había que esperar que Moisés culmine sus compromisos, pues a partir de allí estaba presto para una partida y allí se emparejaba la cuestión porque también sabia ganar varias partidas. Pero no se volverá a compartir tertulias, ni a cortarnos el pelo con el estilo propio de su mano, pero tampoco se escuchará su guitarra en noches de serenata, tampoco habrá quien arregle el radio viejo de la casa vieja. Ya Moisés Viloria, el último Barbero se ha marchado, Paz a su alma.